6 febrero 2011
AETC
La
política exterior argentina en los últimos años ha permanecido con un bajo
perfil en el área sudamericana, debido a que solo se concentra en dos temas
fundamentales: Preservar relaciones bilaterales amistosas con Brasil para poder
mantener en términos favorables su membrecía en el Mercosur y el eterno reclamo
contra Reino Unido por la soberanía de las Islas Malvinas (Falkland Islands) en los diversos organismos internacionales en los
que participa.
Las
Islas Malvinas se localizan al sur del océano Atlántico cerca de las costas
argentinas. Fueron arrebatadas por Inglaterra en 1833 y desde ese año, Buenos
Aires ha reclamado la posesión de esas tierras. ¿Qué piensan los pobladores?
Los habitantes de esos territorios han realizado varias consultas donde
prefieren su adhesión a la monarquía inglesa. A pesar de estos ejercicios,
Argentina ha llegado hasta la alternativa bélica en 1982, cuando el Presidente Leopolo
Galtiri, para legitimar la dictadura militar que estaba en declive, se lanzó en
un afán nacionalista donde murieron 649 argentinos y 255 británicos.
A
pesar que el reclamo del gobierno argentino continuó, hubo un detonante que
abrió nuevamente la yaga del conflicto: Reino Unido en 2010 autorizó la
exploración petrolera por Desire Pretroleum en territorios marítimos que aún se
encuentran en disputa. Pero al gobierno argentino lo que más interesó fue el
supuesto hallazgo de una reserva de crudo por 60mil barriles, más grande que la
de Arabia Saudí; provocando grandes restricciones en la navegación para evitar
que Londres se beneficiara de petróleo libremente hallado en aguas en disputa.
Dos
años después y en la víspera de la conmemoración de los 30 años de la guerra,
los roces diplomáticos continúan entre Londres y Buenos Aires. No obstante, en
esta ocasión, la guerra se trasladó al campo de la propaganda mediática.
Reino
Unido, quien últimamente ha adquirido seis destructores con misiles antiaéreos,
imperceptibles para los sistemas de radares, ha decidido que uno se irá a la
zona del Estrecho de Ormuz, donde existe gran tensión con Irán; un segundo está
destinado para remplazar a la fragata que patrulla las Islas Malvinas. Además,
se hizo público que el Príncipe Guillermo, segundo en sucesión de la corona
británica, visitará en marzo los territorios para continuar con su
entrenamiento militar. Estas acciones fueron tomadas por Buenos Aires como
provocaciones.
Por
su parte, Argentina pidió en la reunión de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) que todos los países no recibieran en sus
puertos a barcos con la bandera de las Islas Malvinas, evitando así su
abastecimiento y realización de negocios (Fuente)
Los países que más le interesaban a Argentina para que aprobaran fueron los más
cercanos a las islas: Brasil, Uruguay y Chile; quienes sí aceptaron la
propuesta de Buenos Aires. Eventualmente, el gobierno de Cristina Fernández
acusa a David Cameron, Primer Ministro británico, de colonialista en declive al
seguir conservando territorios de ultramar.
Parece
que Buenos Aires jamás se rendirá sobre su afán de recuperar esas islas que
tienen más habitantes británicos, cegándose y convirtiendo su deseo en un tipo
de obsesión violando los deseos de los isleños: seguir bajo el yugo de la
corona británica. La autodeterminación de los pueblos, principio de Naciones
Unidas, es el arma principal de Londres para no escuchar ni prestar atención a
las ya varias resoluciones de la Asamblea General de la ONU sobre la apertura
del diálogo para negociar la soberanía de los territorios.
Es
seguro que Cristina Fernández no tomará una responsabilidad tan grande de ir a
la guerra como Argentina hizo hace 30 años pero no dudará en seguir utilizando
los organismos internacionales de la región y mundiales para presionar a
Londres al igual que campañas mediáticas en contra del “colonialismo” británico
en América, claro, sin éxito. Probablemente en poco tiempo vuelva a perder el
apoyo de sus vecinos ante tal insistencia.
Finalmente,
es probable que Londres no deje las Islas Malvinas tan fácilmente ya que tendrá
así un buen punto de apoyo en su conquista hacia la Antártida, territorio en el
cuál Estados Unidos, Rusia y otras potencias ya están investigando
profundamente. Washington no tiene preocupación en la ocupación de las Malvinas
por parte de Londres así que tampoco se hará ninguna acción por parte de la aún
potencia mundial restándole importancia al conflicto.