7 noviembre
2011
AETC
Los países centroamericanos durante el Siglo XX
sufrieron de dictaduras e intervenciones de Estados Unidos, Nicaragua no fue la
excepción. Como en la mayoría de los países de la región, Nicaragua tenía una
dictadura, la de los Somoza, junto con una guerrilla financiada por Moscú o La
Habana, en este caso, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), quien
logró derrocar al dictador Somoza y después gobernar el país con Daniel Ortega;
para dar paso a una serie de quince años de gobiernos de reconstrucción con
ideología neoliberal hasta 2007.
En 2007, el país estaba sumido en el caos económico
y social. Para ese entonces los cortes de luz diarias eran el pan de cada día,
la guerra y la precaria economía había provocado ya 750mil migrantes. El
analfabetismo rozaba el 40% junto con un bajo Índice de Desarrollo Humano
(IDH). En este contexto, el sandinista Daniel Ortega fue elegido Presidente de
la República, quien con ayuda de Cuba y Venezuela recuperaron la soberanía
energética, redujeron el analfabetismo siendo reconocido por la UNESCO y las
exportaciones crecieron junto con la Inversión Extranjera Directa, logrando
crecimientos entre 4% y 5% anuales de 2007 a 2011.
Ahora, en 2011, cuando el IDH nacional está en su
punto más alto: lugar 127 de 187, el sandinista Daniel Ortega pretende ser
reelegido Presidente, sin embargo la oposición planea bloquearle esas
ambiciones al declarar ilegal su anhelo. El principal opositor, Partido Liberal
Independiente (PLI), acusa a Ortega de aliarse con el poder eclesiástico, los
empresarios dándole grandes facilidades fiscales y a la gente con un populismo
marcado por Venezuela; para lograr la reelección. Edmundo Jarquín, candidato a
vicepresidente por PLI, agregó que Nicaragua es una dictadura institucional con
autoritarismo clientelar y un corporativo hacia la gente y élite empresarial.
No solamente el PLI comenta el autoritarismo de
Daniel Ortega, sino también sus ex camaradas de lucha, quienes lo comparan con
Somoza. Ex sandinistas comentan que el “usurpador” Ortega está acaparando las
mesas electorales para lograr un fraude; al igual que está minando las
instituciones para quedarse con el poder, mientras le da a su familia
beneficios del Estado. Finalmente, el periodista David Frost, quien lo
entrevistó durante la lucha sandinista, dice que Daniel Ortega siempre ha
tenido la ambición de perpetuarse en el poder y que para él, las elecciones son
un mal necesario.
A las quejas contra Daniel Ortega se suman los
observadores electorales de la Unión Europea que asistieron a las elecciones de
este año. Luis Yáñez comenta que el Consejo Supremo Electoral está coludido con
el gobierno para no realizar correctamente las elecciones al solo dar las
cédulas para votar a la gente simpatizante con el sandinismo; además de querer
inhabilitar a varios diputados de la oposición. Finalmente, la organización
Ética y Transparencia dicen que faltaron 11 de 13 indicadores para declara las
elecciones limpias, por lo tanto se manejaron “indicios de fraude” por falta de
fiscales partidistas, quienes prevenían el embarazo de urnas.
Eventualmente el domingo 6 de noviembre se llevaron
a cabo las elecciones donde Daniel Ortega triunfó con cerca del 63% de los
votos (Consejo Supremo Electoral. 7/nov) obteniendo todos
los departamentos y gran ventaja en el Congreso. El sandinista por fin obtuvo
lo que ha deseado, tener todo el poder de Nicaragua en sus manos, con los
empresarios, la iglesia, la gente, Venezuela, Estados Unidos y el FMI de su
lado; estos últimos dos se han vuelto grandes compradores de los productos
nicaragüenses.