2 abril 2012
Alejandro Toral
Las
campañas electorales en México han iniciado y me doy cuenta que el siglo XXI ya
no es el tiempo para hacer mítines masivos o debates, donde los votantes se
informen sobre las propuestas y el cómo resolverán los aspirantes las
problemáticas más urgentes del país. A la mayoría de los ciudadanos ya no les
importa de qué se hable en estos eventos, solo asisten por su refresco, torta o
despensa, por órdenes de un movilizador; o si sintonizan un debate lo hacen para
escuchar a su candidato, prestando oídos sordos a los adversarios o solo para
ver como se difaman entre ellos.
Debido
a este desapego social de los temas electorales se observa que en las elecciones
cada vez hay más abstencionismo, y la mayoría de quienes votan no lo hacen por las
propuestas ni los planes de gobierno, sino en la reputación del candidato: en
lo que hablen sobre él o ella, en quien le cae mejor o peor, en quien le atrae
físicamente. Esta es una realidad que vive México en este año electoral 2012.
“El
que se compromete y cumple” esa es la reputación que se hizo Enrique Peña Nieto
a través de una gran campaña de publicidad mediática, mientras sirvió como
gobernador en el Estado de México. La frase “Te lo firmo y te lo cumplo”
fácilmente es entendida por los simpatizantes y no del candidato, estos
primeros al votar por él, no ven al PRI corrupto e impune que lo rodea, sino un
hombre de familia y galán de novela que les cumplirá todas sus necesidades,
desde las vitales hasta las visuales.
Como
consecuencia de esta buena reputación, se han publicado verdades sobre su
origen familiar en la corrupción, con Arturo Montiel; comentar que sus
compromisos fueron mínimos pues no se resolvieron los temas urgentes de la
entidad. Así como las caídas que ha dado en precampaña, como el ser considerado
un infiel, golpeador de mujeres, inculto e ignorante. Lo que le hizo perder
varios puntos en las encuestas, pero sin derrumbarlo de ser el puntero electoral.
“La
candidata que es diferente” a los demás gobiernos del PAN, esa es la imagen que
Josefina Vázquez Mota intenta mostrar cada vez que está en un escenario o en un
lugar mediático. Sin embargo, lo “Diferente” ante los gobiernos de Felipe
Calderón y Vicente Fox, se ve opacado por los rumores de padecer alcoholismo y
bulimia, ser mentirosa, haber robado en sedesol, ser irresponsable al faltar
ante el Congreso, además de ser madre discriminadora de sus hijas al tener
sobrepeso o ser de tez morena.
Finalmente,
Andrés Manuel López Obrador tiene ya bastantes puntos negativos tras las
elecciones presidenciales de 2006, donde lo atacaron diciendo que era un
peligro para México, al ser un “mesías tropical” y una persona autoritaria.
Estas etiquetas que fueron creadas por la guerra sucia del PAN y reforzadas por
las acciones de López Obrador en la época post electoral, lo persiguen como un
lastre que no logra reducir la percepción negativa significativamente, a pesar
de su moderación en el discurso.
Estas
características es lo que dice la gente “de a pie”, apolitizada, al momento de
apoyar o ir en contra de un candidato. Si se le llega a preguntar cuestiones
sobre el Estado Eficaz de Peña Nieto, los gobiernos de coalición de Vázquez
Mota o el “cambio verdadero” de López Obrador, no sabrán responder. Estamos
ante una elección que se hará a través de los medios y la guerra sucia en las
redes sociales, mientras que las propuestas para tener un México mejor, se irán
como palabras al viento tanto para los electores sin interés en la política
como para el aspirante que logre ganar las elecciones.