7 Junio 2011
AETC
El mundo aun tiene muy reciente la crisis de 2008 que ha dejado casi paralizada a las instituciones europeas, al igual en América Latina se recibió el golpe, donde México y Venezuela fueron los más afectados. La crisis provino de Estados Unidos y lógico sería que los menos afectados serían las economías menos apegadas a la de Washington; sin embargo, en la región no sucedió así, debido a que, sorpresivamente, Perú emergería y tendría el crecimiento más alto de la zona.
Perú, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), lideraría a América Latina económicamente hasta 2015, posiblemente uniéndose al club de los países emergentes, después de haber triplicado su Producto Interno Bruto (PIB) desde 2000 y mantener crecimiento arriba del 7%. Estos datos reflejan lo que se dice el “milagro económico peruano” el cual tiene su origen en las inversiones que lograron un boom minero, donde Brasil tiene gran participación; dicho auge minero, en inversiones y exportaciones, además devino en un alza de exportación en productos agrícolas hacia la región.
A pesar de los positivos indicadores del PIB, inflación y competitividad en Perú, los habitantes parecen no estar tan convencidos de este gran auge económico. Debido a que datos revelan que aún 72% de los peruanos viven y trabajan en mercados informales, al igual 86% viven con S/1,000 al mes (4,000 pesos mexicanos), precio que no alcanza a cubrir la canasta básica nacional; todo esto incluyendo que Perú invierte solamente el 0.2% PIB en Ciencia y Tecnología, con lo que no está asegurando del todo su futuro innovador.
En el contrastante contexto de bonanza minera y desigualdad social, Perú eligiría a su nuevo Presidente, durante segunda vuelta electoral. En las boletas aparecerían solamente dos opciones: Keiko Fujimori, hija del ex Presidente Alberto Fujimori, encarcelado por crímenes de Lesa Humanidad; o el comandante Ollanta Humala, ex militar izquierdista, tantas veces relacionado con los tintes dictatoriales del Presidente de Venezuela durante las campañas electorales de 2006 y a la que se refiere este escrito.
Durante la campaña electoral peruana, ambos contendientes intentaron una y otra vez divorciarse de su pasado. Keiko Fujimori, a pesar de creer que su padre era el mejor Presidente que el país pudo haber tenido, debido a que gracias a él, Perú vivía el “milagro económico”; trató de divorciarse de las acciones dictatoriales del ex mandatario, notándose con mayor énfasis durante el debate televisivo, donde Fujimori respondía a Humala que si quería debatir con su padre, que podría hacerlo con él personalmente. No obstante, su divorcio al periodo de su padre no se creyó debido a que Keiko no incluyó los temas de Derechos Humanos ni Anticorrupción en su plan de gobierno, lo que fue considerado su más grande error de campaña.
Por el otro lado, el “comandante” Ollanta Humala tampoco tenía una buena imagen ante varios sectores peruanos, específicamente los de clase alta y media. Las relaciones con las actitudes dictatoriales de Hugo Chávez en la campaña de 2006 generaron desconfianza en los empresarios y la prensa peruanos quienes temían que les estatizara sus propiedades a su antojo, como ocurre en Venezuela. Aunado a esto, el discurso radical del izquierdista no ayudaba para que estos sectores confiaran en él: Ollanta Humala decía que los empresarios no amaban a Perú, porque lo malbarataban y lo regalaban al mejor postor, además decía que había una “oligarquía” que podía quitar al actual Presidente como ponerlo cuando les conviniera, por medio de fraudes, razón por la cual, según él, debía de ganar con más de 3 puntos porcentuales, sino corría el riesgo de que la “oligarquía” le robara la elección.
Finalmente, el 5 de junio de 2011, la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), presentó los resultados de la elección donde Ollanta Humala era electo como Presidente con una diferencia menor a un punto porcentual, brecha que se abriría hasta separarse de su rival por más de tres puntos. Perú, un país que ha estado en el espectro de la derecha por más de 20 años, lograba un mandatario de izquierda como sus vecinos sudamericanos. Pero ¿qué hizo que los peruanos votaran por el comandante Humala?
El comandante Humala, quien inició la campaña con menos del 15%, logró subir en dos meses hasta la Presidencia debido a su moderación en el lenguaje. Humala cambió hacia un discurso más amistoso con los empresarios, además, para no atemorizarlos, aseguró que no tendría el plan de gobierno de Venezuela, sino el brasileño de Lula da Silva, personaje que respeto la disciplina financiera y macroeconómica de su país, junto con las inversiones extranjeras. Sumado a esto las revelaciones de Wikileaks fueron de gran ayuda, donde se manejaba con se planeó catalogar a Humala como “un peligro para el Perú” en las campañas de 2006. La estocada final vendría con la relación que se hizo entre el actual Presidente, Alan García, y la candidata opositora; junto con las acusaciones de esterilización masiva durante el gobierno de Alberto Fujimori; y la alianza sorpresiva del Premio Nóbel, Mario Vargas Llosa, con el nacionalista.
Un refrán dice: “Más vale malo por conocido, que bueno por conocer”, sin embargo este no se pudo aplicar a la elección peruana. Tanto Ollanta Humala como Keiko Fujimori eran temidos por sus opositores, no obstante el miedo que imperó más en la elección fue el que Alberto Fujimori saliera libre si su hija fuera electa, convirtiéndose posiblemente en la cabeza del nuevo gobierno. En contraste, los mercados financieros del “milagro peruano” no tomaron con calma la elección de Humala como Presidente, cuando se dio el “lunes negro” en Lima con la mayor caída de la Bolsa de Valores de Lima, provocando una devaluación en la moneda peruana debido a la masiva liquidación de activos; obligando al Banco Central a tomar medidas para evitar un mayor caos.
Se espera que Ollanta Humala continúe el “milagro peruano”, no solo en la eliminación de la pobreza y la desigualdad, sino también en los aspectos que importan a los inversionistas y a los grandes empresarios mineros; si es que quiere seguir siendo considerado un seguidor del “modelo de Lula da Silva. Sería de gran beneficio que los mercados bursátiles confiaran en su capacidad como Presidente, pero esto se logrará si desaparece su discurso radical a uno conciliador, como el del mandatario brasileño que pretende emular.
Además de la economía, el comandante Ollanta Humala deberá de enfrentar la creciente violencia del país originada por el narcotráfico, debido a que, según el World Drug Report 2009, Perú es el segundo productor mundial de la hoja de coca, y su vecino, Brasil, ha duplicado su consumo de estupefaciente, lo cual convierte al país andino un tránsito indispensable para los cárteles de la droga. La guerrilla también es un problema de seguridad, con el refuerzo de las FARC al casi extinto grupo subversivo peruano, Sendero Luminoso. En este aspecto, el Presidente electo aseguró que daría continuidad a la actual estrecha cooperación con Colombia, Estados Unidos y México en el rubro.
A pesar de tal cercana cooperación con los gobiernos de Bogotá, México y Washington, es probable que Ollanta Humala dé un vuelco a su Política Exterior, estrechando vínculos con Brasil, principal inversionista minero en el país, y con Argentina, esto con el fin de ingresar al Mercosur con plenos derechos. Dando prioridad a la organización internacional sobre el Acuerdo Pacífico, firmado el 28 de abril, por los Presidentes de Chile, Colombia, México y el saliente peruano.
Bolivia será un país clave en la Política Exterior de Humala, debido a que según palabras del comandante, Perú y Bolivia solamente han estado separados 180 años, pero juntos más de 1,500. Además, Evo Morales, al igual que Ollanta Humala, se ha caracterizado por ser un partidario de los pueblos indígenas. Aunado a esto, el comandante prioriza en su Política Exterior una comunidad energética sudamericana, siendo Bolivia uno de los grandes exportadores de Gas Natural en la región; sin embargo, esta carta no podrá ser jugada sin la aprobación de Hugo Chávez, quien lleva la batuta en cuestiones energéticas sudamericanas y quien tiene una gran injerencia en los asuntos de Bolivia.
No todo será amigable, debido a que los problemas podrían venir desde Chile, país con el que Perú mantiene un litigio en la Corte Internacional de Justicia. Además, el Presidente chileno, Sebastián Piñera, ya ha mostrado su disgusto con Ollanta Humala, hasta el punto de advertir que si el comandante salía electo, Santiago rompería relaciones con Lima. Este juego podría beneficiar a Bolivia y dar a Humala un posible canje por gas boliviano, posiblemente un incremento a la concesión peruana del puerto de Ilo, como una opción a la problemática salida al mar de La Paz; jugando un factor muy temido por Chile.