3 Julio 2011
AETC
Los mexiquenses fueron llamados a votar entre tres opciones políticas, encabezadas, según analistas, por los tres personajes más influyentes de cada uno de los partidos políticos: Alejandro Encinas con el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador y su Movimiento de Regeneración Nacional (Morena); Eruviel Ávila bajo la égida de Enrique Peña Nieto, quien se perfila como favorito a las elecciones presidenciales de 2012; y Luis Felipe Bravo Mena con la sombra de Felipe Calderón bajo una Presidencia desgastada y criticada. No obstante, solo dos objetivos principales destacaban: sacar al PRI de los Pinos a como diera lugar o que el PRI fuera con amplia ventaja hacia “la grande”.
Durante los 45 días de campaña, Alejandro Encinas, a mi parecer, tuvo las propuestas mejor aterrizadas y planeadas de los tres candidatos en la materia de educación, seguridad y empleo; además tenía como respaldo las políticas que han beneficiado a la gente del Distrito Federal; en los debates demostró que él, y su equipo, tenían un amplio conocimiento sobre el Estado de México, sus deficiencias y sus áreas de oportunidad. Sin embargo, esta no fue suficiente con el poderoso marketing que tuvo el candidato PRIsta, Eruviel Ávila, quien fue vendido como el “Benito Juárez mexiquense”, debido a que se exaltó que era un personaje que venía desde las clases bajas, al trabajar como vidriero y cobrador de transporte público para ser gobernador, al igual este intentaba llegar a los sentimientos de superación de la gente con el lema “Piensa en Grande”.
El 3 de Julio llegó y se esperó que fuera un día con elecciones pacíficas y respetuosas, sin embargo se convirtió en una Elección de Estado, debido a que se comenta que la Agencia de Seguridad Estatal agredió a partidarios del PAN y PRD, además de aprehenderlos, al igual se denunció la entrega de despensas y el acarreo de votantes para Eruviel Ávila. Tanto los Presidentes Nacionales como los candidatos de los partidos opositores denunciaron estas irregularidades que no deben ser soportadas en ningún día de sufragio libre.
Aunque Humberto Moreira, Presidente Nacional del PRI, y Eruviel Ávila hayan confirmado que fue una día “democrático” con elecciones “pacíficas y transparentes”, ni la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE) ni observadores electorales comparten la idea. Según la institución 101 de 162 delitos fueron registrados en las elecciones mexiquenses. Además Bernardo Barranco, observador electoral, confirmó que existe ayuda del gobierno estatal a su candidato, lo que significa una regresión electoral en México.
Al final del día, el candidato del PRI, Eruviel Ávila, se mostraba como ganador con el 62.08% de los votos (hasta las 11 pm del domingo según el PREP), seguido por el Perredista Alejandro Encinas con 21.42%. Estos números, a primera vista, dan a notar el poderoso aparato clientelar del Estado de México que no pudo ser derrotado, ni al menos rasguñado, con la alianza de las izquierdas, con la polémica alianza PAN-PRD, con las inundaciones de aguas negras que cada año padecen los mexiquenses en el oriente del Estado.
No obstante, Eruviel Ávila, sus despensas, los denunciados gastos excesivos de campaña, el aparato coercitivo de la policía estatal, las “ayudas” económicas, los acarreados y todo el aparato clientelar perdió ante la abstinencia. El candidato del PRI obtuvo alrededor del 60% de los votos, dentro de un universo donde solamente sufragó menos del 45% del padrón electoral, según datos del PREP, resaltando una abstinencia del 55%.
La abstinencia, el hartazgo, el voto nulo y la indiferencia por los partidos políticos en el Estado de México, a pesar de no aparecer en las gráficas de los medios, triunfaron. Si se considera el universo de votantes, Eruviel Ávila gobernará con la aprobación aproximada de 27%. El resto de los votantes tal vez reconozca su gubernatura o habrá otros que ni sepan quién es Eruviel Ávila a pesar de haber ido a sus mítines.
A pesar de la abstinencia, Enrique Peña Nieto y el PRI se perfilan a dirigir la Presidencia de la República a partir de 2012 con el apoyo de su aparato clientelar a nivel nacional con sindicatos, gremios, televisoras y empresarios. Para detener esto, los partidos de izquierda deben replantearse sus acciones evitando las divisiones y fracturas por uno o más de sus diversos líderes; dejarse de descalificaciones para poder conservar la unidad que logró Alejandro Encinas al juntar a Andrés Manuel López Obrador, Marcelo Ebrard, Cuauhtémoc Cárdenas y Jesús Zambrano; personajes que nunca se hubiera imaginado alguien ver juntos.
¿Qué es lo que viene? Los debates por la candidatura a la Presidencia de la República del PRD-PT-Convergencia, disputada por el ex candidato López Obrador y el actual Jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard. Dos proyectos de nación similares en su esencia, sin embargo distintos en la manera de aplicar de sus líderes. Ya sea el candidato Obrador o Ebrard, la izquierda debe mantenerse fuerte, pragmática, diplomática, incluyente, inteligente y estratégica. Basta con emular la campaña del ahora Presidente electo de Perú, Ollanta Humala, que del 9% pasó al 70% de aprobación mediante la moderación completa de su discurso y la inclusión con gente de clases altas y medias nacionales. Será difícil, mas no imposible que se impida regresar al PRI a los Pinos logrando, a la vez, una alternancia en la Presidencia.
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